domingo, 24 de mayo de 2009


Había una vez una hora azul, la de la tarde. Era azulísima la hora azul y ahí estaba, toda azul cubriendo todo, menos los postes de luz que me pegaban en la cara con color naranja, nada cálido. Cuando depronto suena una cosa maravillosa así de violines del pelluco! del redondo que se llama Quebrado, y ahí estaba, todo hermoso simulaba los violines y la voz y la hora azul, pucha que fué lindo, te lo digo.





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